Lívida Luz, colección de poemas de Rosario Castellanos, publicada por la UNAM en 1960, es un libro excelente. Se lee, y se vuelve a leer, siempre con gusto y admiración. No es un libro intachable; en ocasiones se le puede criticar un tono sentencioso o una repetición inútil que, aunque intencionada, resulta chocante. Hay frases, y, tal vez, poemas, que una revisión cuidadosa podría eliminar. Pero, mientras que los defectos son mínimos, y no estorban la intención del poema, las cualidades son fundamentales.
La poetisa no habita un mundo aislado, inaccesible. Su mundo es el de todos. En contraste con muchos mexicanos contemporáneos, que viven un ambiente de penumbra, de mito, o de demagogia, Rosario Castellanos vive experiencias comunes a todos los hombres, con una hondura que le hace posible decir algo nuevo, y reconocible como cierto, acerca de temas viejos. En especial "El Pobre" y "Amanecer" son extraordinarios por tratar, sin lloriqueos, ni discursos, ni lugares comunes, temas tan manoseados como la pobreza y la muerte. Nacen, sin duda, de una vivencia fuerte, expresada sencilla y espontáneamente; poemas difíciles, no por la expresión, sino por la hondura, y que sólo por eso no andarán en boca de todos.
Lo importante en estos poemas es lo que se dice y no cómo se dice. El lenguaje es un medio de expresión, nunca un fin en sí mismo. Rosario Castellanos no juega con las palabras, ni las domina, sino que las utiliza libremente. El sonido del verso siempre es agradable, aunque no especialmente musical. El sentido es claro. Las imágenes son fuertes y exactas:
La soltera se ajana en quehacer de ceniza, . . .Un acto es una estatua rota.
Se ve lo que está diciendo:
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Cara contra los vidrios, jija, estúpida, mirando sin oír.
Asomada a un cristal opaco la 'soltera —astro extinguido— pinta con un lápiz en sus labios la sangre que no tiene y sonríe ante un amanecer sin nadie.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne de pupilas de vidrio;.. .
Como se puede ver, aun en estos ejemplos desligados de su contexto, Rosario Castellanos tiene algo que decir, y sabe decirlo. ¿Qué más se le puede pedir a un escritor?
Isabel Fraire.