me tiendo
en la hamaca del viento
para decir a solas
lo que nunca he sentido
oigo girar los mundos
y llorar corazones
que nunca he conocido
soy un sembrado de palomas blancas
soy la hoja más alta
de un eucalipto verde
y la cumbre pelada
de la madrugada
dorada de luz fría
tengo en mi corazón gusanos
y en mis manos monedas
de malicia
mis cabellos son redes
y mis ojos carbones
y los lápices todos
se quiebran
al peso de mi nombre
te quiero te quiero no te quiero
las blancas margaritas como soles
giran
giran
una lluvia de pétalos me cubre mis ojos se cierran y duermo
y me hundo lentamente
en un sueño
infinita
mente
dulce
II
tú y yo sin rumbo bajo el cielo
tú y yo como las flores como los árboles
como los barcos salpicados en alta mar
internémonos en la Edad de Oro
te convido a que vivas conmigo los días como
(granos de arena
tu ante un puro tu sin mas allá
yo
intrascendente hecha de agua clara
adornada de flores que tendrían la misma
(importancia que mi pelo
la eternidad delante
una playa sin límites
tú y yo ya no seríamos tú y yo
III
amor
eres tan dulce como el eco de la brisa sobre mis
(cabellos
y tan suave como la intangible caricia del sol
entre tú y yo se cambia una pasión tan honda
(como el mar
en irisadas gotas de rocío
tu mano sobre mí es como mi propia carne
y tus deseos sobre mi boca estallan lentamente
(como flores
IV
nieva el día su silencio
y los árboles altos
por donde asciende el alma
se estremecen y callan
calla la pared adusta
y los ladrillos guardan
un rojo ensimismado pensamiento
tu cuerpo y el mío callan
aquietan sus fronteras
sus tersas superficies
como lagos sin brisa
tu corazón y el mío
se entienden a miradas
Dios habla
V
no me urge tanto el ver como el saberte
amante de mis luces y mis sombras
y del cáliz infecundo de mis horas
pletórico de fútiles auroras
no me urge tanto el sol como la sombra
tibia de intimidad de tus dos manos
tímidas como nubes en montañas
en esta bagatela de los días
en que la arena dúctil del silencio
apenas roza nuestros corazones
no quiero sino conocer tu cuerpo
tu cálida y liviana superficie
y el espejo tan sólo de tus ojos
dos pozos que reflejan sin moverse
el pájaro que vuela
VI
tu cuerpo
cálida cárcel sin candado
barco Heno de mar y lejanía
barco con y sin ojos
yace ajeno
su superficie ecuatoriana puebla el aire
de ondas cargadas de perfume de cerrados
jardines estivales
reloj en mano el tiempo que me mira
cuenta las divisiones del silencio
e impersonal ordena
los límites del cuerpo
y tus ojos palomas encerradas
se agitan en sus jaulas
sin poder comprender
ni la noche
ni el límite del día
VII
en mi pared de noche te contemplo
lejano fantasma
límite de sombra
quién eres
mis manos te conocieron
mi corazón te oyó
pero mis ojos
te han olvidado ya
de qué color lucero de la mañana tiñes
tus diurnos pensamientos
qué rasgo violeta cupo en tu frente
qué olivo
esparcieron tus manos
qué escalera de forma esbelta le da vuelta al
(contorno de tu imagen
de tu fina y esmerada frontera
quién fuiste
mis ojos se lo preguntan largamente a través de
(la noche
te has vuelto ceniza
te has vuelto cocuyo te has vuelto
qué
atmósfera de pozo
sólo sé que bebí tu agua pero
cuándo
dónde
llegará a tí en una escalera de cristal toda tenue
(y líquida
mis ojos algún día se estrellarán
contra la irrisada canica de los tuyos
mis manos encontrarán la barrera de tu superficie
(infranqueable
nada sabré de tí sino tu forma
tu fondo
el mar tuyo opalino incandescente
cuándo
dónde
VIII
nadas en pozo fiel insulsamente siglos van de cansancio nauseabundo margaritas ya van soñando tu refugio rocas y zetas toque vespertino
siglos de ausencia viejos van colgando heno de amor imbécil sollozante #1 árbol verde y aéreo de tus ansias
díme la ley marchita de tu pelo para marcar con ella mi desvelo y panderos colgar de mi ventana
hablas en flautas mágicas livianas redes tiendes de amor arteramente y en soliloquios frágiles tempranas ansias quiebras antiguas nuevamente
díme por fin tu cruel laberinteo y si en tu cuello anida aquel espejo díme el secreto viejo de mi muerte quiebra por fin mi vida en tu deseo
10
como una letanía dentro de mis huesos tu nombre se repite sin sentido debajo de los días debajo del deseo
como oruga que labra un castillo infinito inhabitable, inevitable, y muerto
niña tú
la de los cabellos dulces infantiles
y risueños la de las manos aladas floreciente de caricias
de sol y agua
niña tú
la de los ojos abiertos que crees en el ser y juegas
con tus amigas las flores las comprendes y las amas
dame siquiera un momento
el regalo de tu mano
y llévame hasta tu mundo
que es el mío y que he olvidado
en que las cosas son cosas
y los corazones aman
y si hay lágrimas se encuentran
pañuelos para secarlas
niña.
ladrillos mojados verde pasto sol
y la sombra del agua
los edificios como lagartos
miles y miles de libros miles y miles de ventanas
y un hombre solo
entre la sombra y el agua
la sirena aulla como lobo en la noche y los gatos se pierden en las bocacalles ¿quién puede dormir con un edificio inclinado
(sobre su cabeza
y el espectro de mil soledades tocándole a la
(puerta?
la serpiente tiene un ojo marino en los ojos de los caballos caben los montes en los ojos de los hombres cabe el mundo pero en los ojos de las calaveras hay un hueco
(imposible de llenar
una palabra lo suficientemente pequeña para
(alegrar un momento
una palabra
no más grande que una estrella asomada
(a una vent?na
tímida y fugitiva
como la huella del deseo de un beso un ángel entrevisto entre dos nubes que no estaban
cada vez más lejana cada vez más difícil
como un abanico blanco caído sobre la nieve